Descenso del prestigio del valor paterno

El descenso del prestigio del valor paterno —que sin embargo aún pervive en las religiones— desplaza su apuesta a otros horizontes.

¿Qué valores en alza suplen ahora ese lugar de ideal social? Visualizamos tres:

  • la ideología de la ciencia: La ciencia que aporta progreso y beneficios indiscutibles para el desarrollo y el bienestar humanos también desarrolla, sin embargo nuevas etiquetas, nuevas recetas, nuevas soluciones para que, aparentemente, nada falte, con la promesa de la anulación del malestar, el sufrimiento y la culpa, con drogas o fármacos diversos que distraen y alienan, anulando la subjetividad y potenciando lo imaginario. 
  • los ideales de goce colectivo: los ideales del mercado y de la sociedad de consumo que prometen la satisfacción de todos los deseos, incentivando una distracción y una dispersión alienante 
  • las nuevas caricaturas paternalistas autocráticas: representadas por algunos de los líderes actuales de la globalización y la mundialización que anulan la particularidad, delinquen robando, agrediendo y asesinando las diferencias y la diversidad. Me refiero a la tiranía de los líderes que rigen el destino de algunas naciones, así como a la impunidad, corrupción y delincuencia económica de los prohombres de cuello blanco.

Insistencia del malestar y respuestas terapéuticas

A pesar de los tres valores en alza que vienen a suplir el descenso del prestigio del valor paterno y ocupan ahora ese lugar de ideal social patriarcal, la interrogación sobre el lugar de la sexualidad y de la existencia del sujeto en este mundo insiste.

Insiste en lo real de los síntomas, en la angustia, en la inhibición, y en la infinidad de malestares y síntomas, actuales y futuros, que hacen imposible la robotización humana.

Asimismo insiste en el malestar de los psicoanalistas, también sujetos a la presión cultural que actualmente les demanda rapidez, efectividad y éxito. 

Ante esta infinidad de malestares y síntomas, dos respuestas contundentes surgen en la actualidad.

En primer lugar la “solución” química, y en segundo lugar las llamadas psicoterapias alternativas y de efecto rápido: dinámicas, gestálticas, breves, de autoayuda, etc.

Los psicofármacos

En cuanto a la primera, hay que decir que los psicofármacos han contribuido a paliar múltiples síntomas y trastornos, mejorando la calidad de vida de los pacientes y de sus familias y facilitando, como coadyuvante a veces indispensable, el trabajo psicoterapéutico a largo plazo.

Pero en la actualidad, el creciente aumento de síntomas estimula el avance farmacológico y la elaboración de múltiples medicamentos.

Estos medicamentos son aplicados en el tratamiento específico de distintos cuadros patológicos, que se han inventado para englobar y etiquetar dichos síntomas y poder justificar así su aplicación:

  • déficit de atención e hiperactividad
  • estrés
  • burn-out
  • síndrome del hombre irritable
  • fobia social, etc.

La catalogación de estos nuevos síndromes engorda al DSM5 y a las empresas farmacológicas, aunque nada agrega al conocimiento del sujeto y a su liberación.

Las múltiples psicoterapias y su efecto

Respecto a algunas las múltiples y polimorfas psicoterapias, proponen conseguir la felicidad, la serenidad y el optimismo a través del uso de la sugestión (con efectos efímeros), dirigiendo al paciente hacia algún ideal o valor moral previo y sin contar con el deseo del sujeto, que queda así alienado.

En la actualidad, la mayoría de terapias utilizadas responden al tipo cognitivo-conductual que, con su autoritarismo e imposición de normo-praxis, conllevan un amaestramiento científico, corrector de los comportamientos y síntomas de los cada vez más pasivos “pacientes”, consiguiendo finalmente que el remedio sea peor que la enfermedad.

El tratamiento psicoanalítico

A diferencia de esas prácticas, el psicoanálisis apela al deseo del sujeto, a su libertad y responsabilidad y, por ello, a su verdadera dignidad humana.

El tratamiento psicoanalítico propone llevar al analizante a articular la propia verdad sobre su deseo, habitualmente alienada en los deseos de otros, o deformada por síntomas, actos o fenómenos mortificantes y empobrecedores.

El sufrimiento por los síntomas, angustias e inhibiciones que invalidan y atormentan, hace sentir a quien los padece que “el dolor es un momento muy largo”, como sostuvo Silvina Bulrich.

Un momento muy largo que lleva al sujeto a hacer una demanda de curación para poder eliminar ese dolor de manera duradera.

Texto deNorberto Ferrer


Este tema es tratado en el libro El padre y su función en psicoanálisis, de Norberto Ferrer

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