¿Qué es un niño o una niña y de dónde viene? Intentaremos responder a esta pregunta y para ello hemos de hablar de lo que ocurre antes de nacer.
Antes del nacimiento
Antes de su nacimiento, ya se habla del niño por venir, ya tiene un nombre, los anhelos, los temores, las contradicciones y los propios deseos inconscientes de los padres.
También los de los abuelos y de las generaciones anteriores, que los padres que esperan a ese niño portan inconscientemente, y que le transmitirán a través de sus discursos sin saberlo.
Todo dentro de un medio cultural y socioeconómico que, por lo general, determinarán su vida.
Así pues, este sujeto niño o niña inventado por su familia precede a su cuerpo. Al nacer, su cuerpo biológico —la carne, como sustancia gozante— es un organismo viviente animal, no marcado por el lenguaje.
Las cohesiones funcionales del organismo marchan de forma automática o maquinal, así como los procesos físicos, químicos y eléctricos del cuerpo son autosuficientes y preceden a cualquier conocimiento.
También los reflejos del niño funcionan y sus sentidos se interesan, vivamente, por el mundo que le rodea.
¿Qué plantean Freud y Lacan?
Por su parte, Freud y Lacan plantean que en el acto del nacimiento, el primer sentimiento es la angustia, que vincula al niño con su madre y que genera en ambos una insatisfacción fundamental.
Es esa angustia misma la que crea los objetos reales, imaginarios y simbólicos, los cuales pretenden enmascarar dicha angustia.
El cuerpo adquiere luego, en los primeros meses de vida, una primera identificación imaginaria con el espejo del Otro humano, con la imagen del semejante y la suya propia, que le otorgan la forma de unidad imaginaria al organismo.
Desde el principio de la vida, esta dependencia del Otro configura al sujeto como socializado. Es el cuerpo de la imagen, el “uno” de la imagen, constructor del narcisismo humano y de la instancia del “yo”, dirigido por lo simbólico.
El lenguaje
Mientras tanto, también desde el comienzo de la vida, el cuerpo es mortificado por el lenguaje, y el sujeto niño o niña se estructura por el significante como hablanteser.
El lenguaje, que produce una sustracción del goce al organismo viviente animal, modifica y desnaturaliza a dicho organismo, haciendo de él un efecto de discurso. El Otro del lenguaje marca el cuerpo del niño.
El lenguaje es cuerpo y permite, a partir del “estadio del espejo”, que el sujeto se vea entero y se regocije consigo mismo.
De es te modo la función simbólica, imprimiendo la carne, toma cuerpo —el cuerpo del lenguaje— y opera sobre lo real del organismo viviente y sobre la forma del cuerpo imaginario; fabrica el cuerpo con el lenguaje y la palabra.
En el cuerpo se inscribe la marca del “Uno” del significante, que lo ordena y lo delimita en una serie significante. El sujeto, representado por un significante para otro significante, ya no tendrá acceso directo a los objetos.
Y es así como las tres dimensiones de lo real, lo simbólico y lo imaginario configuran el cuerpo y la subjetividad inconsciente.
Texto de Norberto Ferrer
Este artículo se encuentra ampliado en el libro titulado ¿De dónde vienen los niños? Vigencia del Psicoanálisis, que incluye las ponencias presentadas en las XXIV Jornadas de Clínica Psicoanalítica, en las que participaron psicoanalistas de diversas Instituciones de ámbito nacional.