La adolescencia es un periodo de cuestionamiento y búsqueda. «Soy el incendiario de palabras de adolescente» escribe Joan Salvat-Papasseit.
Este período adolescente está marcado por los cambios, que son promesa de toda la vida por delante, de toda la fuerza, de toda la ilusión…
“Flor de la edad”, “divino tesoro”, “albor de la vida”, “edad del pavo” son diversas maneras de nombrar la adolescencia, desde la idealización hasta el desprecio.
Al final del periodo de latencia infantil —del que Lacan (aludiendo al trabajo de Freud) dice que es la fuente de la construcción de todo el mundo objetivo del niño— y de Las metamorfosis de la pubertad (Freud, Tres ensayos de teoría sexual, OC, Tomo VII, Buenos Aires: Amorrortu editores, 1978), el sujeto adolescente es empujado hacia un laberinto subjetivo sin par: crisis, inestabilidad, desconcierto, desencuentros, duelos, confusión.
Cuestionamiento y búsqueda en la adolescencia
Así, el/la sujeto adolescente es empujado al cuestionamiento y a la búsqueda de nuevos sentidos e ideales para la real y radical transformación de su cuerpo, de su psiquismo, de su vida, de sus deseos.
Además, acusa una experiencia de soledad dolorosa; se establecen nuevas formas de lazos sociales no familiares y es sorprendido por la tempestuosa irrupción de un goce sexual desconocido y la lucha consecuente contra la tendencia a consumar el incesto.
Afronta además el reencuentro con el objeto de amor y de deseo renovados —ya encontrados en la niñez— y una elección sobre el uso del fantasma, cuestionado.
Y afronta también el encuentro con el Otro sexo y un goce suplementario femenino —ajeno a la significación fálica— enigmático, excitante y aterrador.
Pero los “ángeles rebeldes” intentan buscar salidas, abrir puertas, romper muros, ampliar fronteras, cuestionar y subvertir el orden familiar y social —por lo general caduco.
Por ello, aventuran soluciones a costa, a veces, de inhibiciones o actos severos, angustias desgarradoras y síntomas peligrosos: depresión y suicidio, bulimia, anorexia, consumo de drogas, violencia (tribus urbanas), delincuencia, etc.
Aprender sobre la adolescencia
Intentamos saber algo más de la adolescencia, digo algo más porque todos sabemos mucho de adolescencia; la mejor manera de saber sobre la adolescencia es pensar en la propia, y una manera privilegiada de saber sobre ella es el propio análisis.
También se puede aprender sobre la adolescencia con los analizantes, escuchando a los analizantes, que son también nuestros maestros y quienes nos enseñan. Se puede aprender también de los hijos, escuchándoles.
Y, además, hay una amplia bibliografía. Habrán leído:
- Mujercitas, de Louisa May Alcott
- un libro muy interesante de León Tolstoi, cuyo título es, precisamente, Adolescencia (él escribió este libro dos años antes de que naciera Freud, en 1854), junto con ese libro hay otro de Tolstoi, Infancia, y otro más, Juventud; estos tres libros enseñan bastante sobre la adolescencia.
- Cito también, rápidamente, otras joyas de la literatura universal: El árbol de la ciencia, de Pío Baroja,
- El diario de Ana Frank,
- Demian, de Hermann Hesse
- La edad prohibida, de Luca de Tena
- El guardián entre el centeno, de Salinger
- Adolescencia, un relato de William Faulkner, etc.
Hay también muchas películas: Juegos prohibidos, Verano del 42, etc. Ustedes tendrán en su repertorio muchos otros.
Veamos ahora trabajos de Freud que nos centran directamente en la cuestión de la adolescencia:
- Algunas consecuencias psíquicas de las diferencias sexuales anatómicas,
- La feminidad,
- La declinación del complejo de Edipo, y
- Tres ensayos de teoría sexual, de 1905.
Y también de Lacan:
- La significación del falo.
- Seminario 11: Los cuatro conceptos,
- el Seminario 20: Aún,
- y Hamlet: Un caso clínico.
Barreras al intenso sentimiento del incesto
En esa época de la vida, se vive con intensidad la tentación del incesto y la posibilidad material de su realización, y todas las operaciones que el sujeto elabora para poner barreras a ese impulso enorme.
La tentación del incesto y las barreras al mismo se ven reflejadas, la mayor parte de las veces, no sólo en los síntomas, sino también en las fantasías del sujeto acerca del paraíso perdido.
Dichas fantasías puntualiza Freud que son cinco:
- 1) fantasía de escena primaria
- 2) de seducción
- 3) de amenaza de castración
- 4) de permanencia en el vientre materno
- 5) la novela familiar.
El mito de Edipo
Agrega Lacan que el Edipo entra en su declinación (untergang: sepultamiento) en la medida en que el sujeto tiene que hacer su duelo del falo (de ser o no ser el falo imaginario que le falta a la madre).
Por otro lado, los fragmentos, el detritus del Edipo, más o menos reprimidos en la fase fálica, resurgen en la pubertad bajo la forma de síntomas neuróticos.
En la adolescencia se reeditan de forma aumentada las vicisitudes de la estructuración edípica, y eso quiere decir que se reedita la castración de la madre y el trabajo del duelo por el falo imaginario, que es en verdad “la madre de todos los duelos”.
Las versiones del Padre
A partir de allí, como luego en cualquier duelo, en cualquier falta, el significante del Nombre-del-Padre, habiendo producido ya el efecto de Metáfora Paterna se pone a prueba.
Las diferentes versiones del padre: real, imaginario y simbólico, que hacen su aparición de forma cambiante y florida, justifican los resquebrajamientos de la autoridad y el cuestionamiento de la figura del padre.
Así, suplir al padre, restaurarlo, invocarlo o sostenerlo es la función de la Metáfora Paterna o de la metáfora delirante en todo duelo. El Otro paterno da consistencia fálica al ser —tener el Falo simbólico— paliando así la pérdida del objeto imposible.
Por ello, los adolescentes reescriben y evocan, sin saberlo, la cadena generacional, actualizando la condición sexuada de sus padres y la estructuración edípica de los mismos: la castración de la madre y la interdicción del padre.
¿Qué pasa con los padres?
A su vez, los padres del adolescente, se ven convocados a redefinir sus funciones.
En la adolescencia se actualizan con enorme intensidad dos preguntas que, por otro lado, nos acompañan toda la vida. Y son las dos preguntas de Freud: ¿qué es un padre? y ¿qué quiere una mujer?
Ya no tiene vigencia para el adolescente, la pregunta del niño: ¿qué quiere mi madre? La respuesta del niño es: “mi madre desea falo (imaginario) y yo puedo serlo”. El adolescente intenta mantener la respuesta infantil y evitar el enigma sin solución, acerca del goce femenino, que encierra esa pregunta.
Es entonces cuando la apelación al padre es imprescindible:
«¿qué es un padre?, ¿qué Falo (simbólico) tiene él que pueda donarme para dar respuesta al goce de la mujer, tal cual lo hizo con el Deseo de mi Madre en mi niñez? Si no puedo serlo (el falo imaginario), al menos podré tenerlo (el Falo simbólico), aunque constato que eso tampoco alcanza. Por eso, también pongo a mi padre en cuestión.”
Por todo lo expuesto, el o la adolescente anhela separarse de los padres, probar su autonomía, ejercer su independencia y desarrollar su sexualidad y su vida lejos de ellos.
Artículo de Norberto Ferrer
Sobre este tema se habla ampliamente en el libro Psicoanálisis con niños y adolescentes, de Norberto Ferrer, así como en Adolescencia, una búsqueda inquietante . Contribuciones del Psicoanálsis