La ética del deseo de analista

Vamos a esbozar algunos aspectos de la ética del deseo de analista y su importancia a lo largo de un análisis.

Aunque la pasión del amor implica la ignorancia del deseo y de su meta inalcanzable, no por ello priva de su existencia al deseo. Es más, “sólo el amor permite al goce condescender al deseo” agrega Lacan. 

La demanda abre camino al deseo por las vías del amor. El amor, en su expresión simbólica, llama a la articulación del deseo.

Lacan sostiene en Ou Pire: “Te pido que me niegues lo que te ofrezco, ya que no es eso”

(Ofrecimiento: “te ofrezco”; demanda: “te pido” y rechazo: “me niegues”, se anudan de tal modo que no se puede eliminar ninguno sin eliminar el problema mismo.)

Objeto de deseo de analista

El analista se configura como incompleto, como no-todo, a partir del reconocimiento de lo real; siendo lo real esa extimidad constituyente de la estructura subjetiva, que confirma la proposición freudiana de que los objetos de deseo son variables y contingentes.

El objeto del deseo de psicoanalista es el deseo mismo. Desea el deseo del analizante. Es un deseo advertido y, este  deseo de analista es el operador de la práctica psicoanalítica; un deseo de desear y de que el analizante desee… cualquier cosa; un deseo que sabe que el neurótico quiere reducirlo a una demanda.

Como el genio de Aladino, el neurótico está siempre dispuesto a consagrarse al analista para realizar el espejismo del Uno posible que niegue la castración.

«Si quieres algo de mí, frota y pídelo» nos propone, para poder transformar así nuestra demanda en el objeto a alcanzar por él y no enfrentarse con su propio oscuro e inasible objeto de deseo, cuya asunción, sin embargo, lo hará libre.

El neurótico bien podría decir, como el poeta: «Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien».

Y tan prisionero del Otro, que una analizante, con la intención de ejemplificar su discurso mediante el refrán que reza: «cada uno en su casa y Dios en la de todos», expresa en su lapsus: «dios en casa de cada uno y uno en la de todos». El neurótico, como dios, debe estar en todos menos en sí mismo. 

El proceso del análisis

En el comienzo de un análisis, se manifiesta un efecto de estructura: el Sujeto supuesto al Saber, o sea, se le supone al analista ser el sujeto del saber inconsciente del analizante.

Pero en el final del análisis, después de la travesía y construcción del fantasma, se le desupone ese saber al analista, que queda destituido subjetivamente y eliminado del proceso.

Durante todo el tiempo del análisis, el deseo de analista es el deseo de la máxima diferencia, y su ética es precisamente su deseo, que le advierte no identificarse con el goce.

Es, por lo tanto en la práctica, el deseo de no dominio, de no identificarse con el otro, de respetar la particularidad del deseo del analizante al no ofrecerse el analista como un ideal o modelo, como ocurre con el educador o el maestro.

Ya Freud lo advirtió con el planteamiento de su concepto de Neutralidad

El deseo de analista es un deseo que deviene de un discurso inaugurado por Freud y matematizado por Lacan: el  discurso del psicoanalista.

El saber sobre uno mismo

En el dispositivo analítico, el analista dirige la cura situándose en el lugar de semblante del objeto que causa el deseo del analizante.

Induce así a éste a una histerización, a un cuestionamiento que le permite producir los significantes prioritarios de su historia, para generar de este modo un saber sobre sí mismo, sobre sus condiciones de goce, sobre lo que causa su deseo.

Este proceso hace que el deseo inconsciente del sujeto se libere de sus  condicionamientos y sujeciones; hace que el sujeto pueda analizar la naturaleza de sus elecciones, regulándolas mejor.

Y también: que gestione adecuadamente su goce, otorgándole un apropiado «saber hacer» con sus síntomas.

El deseo prevenido, que es lo que el analista tiene para dar, es solamente el fruto de un análisis y, como un testigo, pasa del analista al analizante al final del proceso.

Así pues, el deseo de analista es el polo opuesto al de la pasión de la ignorancia y al deseo de poder humano.

Esto ya lo advierte Freud con relación al peligro que encierra el deseo de curar, deseo científico que sustenta infinidad de bio-psico-sexo-socio-curas que invaden el mercado.

Artículo de Norberto Ferrer


Este tema se desarrolla ampliamente en los libros de psicoanálisis publicados por Norberto Ferrer

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